Gladys Portuondo. “Qué bien suena este llanto”
(Publicado en la IV Antología de Escritores de Mérida, 2007).
“Qué bien suena este llanto”
Autora: Margarita Belandria (Canaguá, 1953)
Género: Novela
Edición Centro Nacional del Libro
Asociación de Escritores de Mérida
Fondo Editorial “Ramón Palomares”
Año: 2007
La novela de la escritora y poetisa Margarita Belandria (Canaguá, 1953)
dibuja a grandes trazos los contornos pintorescos y dramáticos de un
apretado fresco del páramo andino merideño. Teñida de drama y de humor
irónico, la narración articula las historias de los personajes en
matices contrastantes que incisivamente atrapan la tragedia del
desencuentro: entre lo personal y lo social (Pilar Moronta, quien está
dispuesta a entregar su fortuna al movimiento revolucionario y termina
siendo expropiada); entre el intelecto y la existencia ( el profesor
Serfatti, quien se esconde tras un mundo libresco por la cobardía ante
los riesgos de las pasiones del mundo real); entre el matrimonio y el
amor (María Antonia Solano, cuyo amante muere suicidándose al contraer
ella matrimonio con el hombre elegido por su padre; Margarita Palma,
cegada por el espejismo del amor al escapar con quien se convertirá en
su marido y trágicamente enamorada de un imposible, sin que en ningún
momento hubiese siquiera supuesto la posibilidad del divorcio), entre la
infancia y la inocencia (las hijas de doña Toña, arquetipo del alter
ego del machismo; Magdalena Marquina, la amiga de infancia de Margarita
Palma, cuyo infantil espíritu despierto contrasta con el temor a la
escuela de los hijos de campesinos reticentes; los desamparados de la
orfandad intelectual y moral); entre la virilidad y la hombría (“Macho
Amargo”, el vulgar y vanidoso marido de Margarita Palma y Mariano
Cedeño, el “hombre astral”, su amante poeta); entre el amor filial y el
amor matrimonial (el distanciamiento entre Margarita Palma y su padre,
Don Ramón, consecuencia de la ajena relación entre éste y María Antonia,
su madre).
A través del simbolismo de la naturaleza, la autora logra expresar otra
dimensión de las esencias del desencuentro: el contraste entre
diferentes regiones geográficas, la montaña y la mar, se convierte en
revelación posible de enigmas que parecen apelar a una ley universal,
cósmica, como razón última del sufrimiento humano. El amor habita en el
mundo de lo fantasioso (¿fantasmal?) frente a las míseras realidades de
la existencia cotidiana: tanto la relación amable y desbordada en la
pasión compartida entre Margarita Palma y Mariano Cedeño, como el oscuro
y secreto sentimiento incestuoso de Marco Vinicio, quedan recogidos en
el mundo de lo irrealizable, asociado a sus desmesuras; se apela a una
hybris del eros que remite a lo trágico y a lo absurdo; a la muerte
accidental, pero trágica de Cedeño, y a la otra muerte, absurda hasta
el ridículo, de Marco Vinicio atragantado con un hueso.
A través de una narrativa escrita en el más castizo lenguaje regional,
cuyo sentido inmediato puede ser hallado en una crónica del fracaso, la
autora nos conduce a través de la trama de historias personales con la
experticia de quien conoce cada accidente del terreno; nos acompaña en
la recreación de vivencias en las que la intensidad desmesurada de sus
fibras humanas produce el estremecimiento de una profunda tristeza y el
sentimiento de lo irremediable. La narración entreteje redes de
transiciones imposibles, de mundos incompatibles que desembocan en la
incomprensibilidad última del alma humana. Desafiando la sensibilidad
del lector, apenas éste logra mantenerse en este recorrido en la actitud
de una imposible ataraxia, en la que la capacidad reflexiva terminaría
anulándose al cerrarse los accesos del sentimiento a estos ínferos,
radiantes de la luminosidad y de la belleza de las descripciones del
páramo andino.
Esta novela, no obstante, no es exclusivamente una crónica del fracaso.
La crónica, como género literario, puede encontrarse lo mismo en el
relato histórico, que en el mitológico; en el lenguaje tanto de los
hechos reales, como en el de los ficticios, y puede también servir de
vínculo entre ambos. Como vehículo hacia el mundo de lo posible (que no
es ni lo real, ni lo ficticio), la crónica del fracaso en el lenguaje de
esta novela actúa en el tránsito de la narración hacia el atrapamiento
de una dicotomía ancestral: la de la relación entre el orden y el caos,
insoluble alternativa que abarca los destinos de aquellos personajes
trágicamente sujetos a la imposibilidad de su integración. Curiosamente,
hay un único personaje del que la autora dice que es una “persona
alegre”, Pastora Santos. Pastora es el único personaje de origen
desconocido, situación a la que la narración alude enfáticamente:
Pastora aparece en la historia al llegar a la puerta del convento como
huérfana, en un canasto. En contraste con Pastora, la persona sin
origen, las historias de otros personajes se presentan en los contextos
de respectivas historias familiares, de las cuales no pueden desatarse.
Es por eso que Pastora simboliza la manera ingenua de una articulación
posible entre el orden y el caos, entre el origen desconocido y un
destino feliz en su ingenuidad; la conciencia y la identidad de sí
asociadas al conocimiento del origen no representan en Pastora, en
consecuencia, una elección dramática. Pastora sume ingenuamente el
pathos de su destino sin origen, sin preguntarse y sin arriesgarse, en
una tranquila inconciencia sobre su propia identidad.
Toda la narración tiene como centro al personaje principal, Margarita
Palma, cuya historia no es mera repetición, pero tampoco quintaesencia,
de lo dramático o de lo absurdo de los destinos de otros personajes.
Mas bien la historia de Margarita Palma es un desbordamiento de todas
las antítesis; ella las concentra todas y al mismo tiempo representa el
anuncio de la conciliación paradójica, mas no imposible, de tendencias
habitualmente enfrentadas en la existencia humana: la pasión vital y el
intelecto; la razón y el sentimiento; el orden y el caos. Esta condición
es revelada en la carta póstuma del profesor Serfatti: “Tú amas los
libros, y vives, sin embargo. No eres esclava. Esclava ni de tus libros
ni de tus debilidades”.
Margarita Palma es el personaje-clave de toda la narración: lo
femenino-originario es el lugar simbólico donde se genera y reconcilia
la paradoja; el origen es el de la paradoja, único origen verdadero que
trasciende los límites empíricos de los nacimientos y de todo linaje
familiar o histórico, conocido o no. La paradoja encarnada en la
historia de Margarita Palma, la relación entre la
pasión-amor-poesía-imposible y lo
cotidiano-real-conocido-fracasado-predecible, traduce a su dimensión
humana la otra paradoja cósmica, universal: la de la elación entre el
orden y el caos. Pues será en el alma humana, y no en la ley de la
naturaleza, donde es posible alcanzar, al menos de forma fugaz, aquella
posible integración, que asimilando el fracaso y aún sucumbiendo a
éste –Margarita Palma es víctima del caos producido por las fuerzas de
la naturaleza- recoge en la memoria de los seres queridos y del amado
inmortal toda la riqueza de un destino que ha remontado las leyes del
cosmos a través de la memoria-actualización de sus amores. El recuerdo,
la reminiscencia, es la presencia de lo eterno: Margaviota es el símbolo
del remontarse y del trascender los desencuentros, hacia el mundo
poético de los posibles encuentros. Pero éstos son otros puntos
cardinales…
Gladys L. Portuondo, Mérida, abril de 2007